En la época actual la política ha perdido la dignidad que debería tener. Algunos jefes de estado como el ruso Borís Yeltsin (1931-2007), han llegado a bailar para conquistar la simpatía de sus gobernados. Otros, como el presidente Hugo Chávez de Venezuela, cantan para volverse más simpáticos. ¿Y cómo responde la gente? En algunos casos con reacciones absurdas e inesperadas, como el peridista iraquí que lanzó un par de zapatos al rostro del presidente George Bush. Todos hemos olvidado la importancia de la política como actividad humana para conducir las acciones del estado en favor de la sociedad y tomar decisiones para conseguir los objetivos de los habitantes de un país. A veces nos preguntamos qué han hecho los gobernantes por nosotros, pero se nos olvida que nosotros somos tan responsables del país como ellos. Si queremos construir una sociedad sólida y bien gobernada, ni ellos tienen que ofrecernos un espectáculo, ni nosotros arrojarles objetos al rostro. Pensar en ello puede ser el primer paso para devolver a la política su dignidad perdida.
lunes, 19 de enero de 2009
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