Aunque hasta hace poco el poder del presidente equivalía al de los antiguos emperadores, la ley le impone varias limitaciones, en especial sujetarse a lo que determinen el poder legislativo y el judicial. En México elegimos presidente cada seis años y no hay posibilidad de reelección. Éste es jefe de estado y de gobierno, así como comandante en jefe de las fuerzas armadas. Puede enviar iniciativas de ley al Congreso, emitir decretos y vetar aquellas leyes con las que no esté de acuerdo. Se apoya en un equipo de trabajo, el Gabinete, cuyos miembros requieren la aprobación del Senado. También le corresponde designar a los embajadores y al procurador de justicia. El juego de poderes y el ejercicio de la democracia es ahora más interesante que nunca, gracias a que en el Congreso están representadas fuerzas políticas diversas y contradictorias que no siempre coinciden con las ideas o las decisiones del presidente. Eso es la verdadera democracia.
lunes, 30 de marzo de 2009
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