El fenómeno mediático en torno a Enrique Peña Nieto es muy ambiguo. Por un lado su popularidad lo beneficia, pero por otro despierta rumores que carecen de cualquier sustento. A fines de septiembre de este año una fuente no identificada subió a Internet una presentación de Power Point donde se muestran las imágenes de una mansión característica de nuevos ricos, ostentosa y desagradable por su mal gusto. La propiedad de esa mansión se atribuye al gobernador del Estado de México y se insinúa que es producto de la corrupción con la leyenda "Este es el nuevo PRI" sin dar ningún dato concreto para validar la calumnia. Mientras algunos internautas se van con la finta otros han reconocido en las imágenes un portafolios que circula desde hace años en Internet cuyas imágenes proceden —según los comentaristas— de la casa del presidente de Zimbabwe o de la del líder de la secta cristiana "Para de sufrir". Este episodio intrascendente demuestra que para los políticos actuales Internet es un arma de dos filos pues puede acrecentar su prestigio o demolerlo. Aquí el problema no es de Peña Nieto, sino de los usuarios con escaso sentido crítico que pueden dar por buenos rumores así sin analizar su origen y de los saboteadores que lanzan la mentira quién sabe si por simple mala voluntad individual o movidos por alguna oscura conspiración política. A veces Internet parece un montón de basura y un instrumento para la desinformación. No crean todo lo que encuentran en ella.
viernes, 2 de octubre de 2009
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Estoy totalmente de acuerdo con esto, hay gente que solo quiere difamar, por lo que nosotros como cibernautas responsables debemos de verificar que las fuentes sean confiables y no creer todo lo que se nos dice...
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