La actitud inicialmente tibia de Enrique Peña Nieto con respecto a la extinción de la Compañía de Luz y Fuerza presentó un cambio importante en la semana que siguió a sus primeras declaraciones. En el transcurso de esos días ocurrieron en su entidad (y también en la Ciudad de México) una serie de "apagones" o fallas en el suministro que, según se dijo, fueron actos de sabotaje perpetrados por los miembros del Sindicato Mexicano de Electricistas como protesta por lo ocurrido. Los apagones se presentaron en Atizapán, Ecatepec y Ocoyoacac, también en Huehuetoca y la zona de la Marquesa. El gobernador denunció públicamente el carácter intencional de estos apagones, pero no siguió el camino fácil de arremeter contra el SME y pronunciarse a favor de gobierno federal. Defendió, más bien, a la población que resulta perjudicada por los cortes en el suministro: "no hay ningún interés por importante que sea que rompa con el orden y, sobre todo, afecte los derechos de terceros", declaró. Mencionó también que la afectación de empresas y negocios puede poner en riesgo la economía de dueños y trabajadores e hizo un llamado a resolver los problemas por la vía legal. En esa postura hay dos factores de suma importancia: la invitación al orden y, sobre todo, el interés en el bienestar de la población común, más allá de las luchas facciosas que lastiman a la sociedad mexicana. Siempre es sorprendente hallar a algún funcionario que no piense en él ni en sus enemigos, sino en las personas que gobierna. En eso consiste la importancia de la política.
martes, 20 de octubre de 2009
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