Estamos a menos de un mes de las elecciones del 5 de julio. Los periódicos más importantes del país y algunas páginas de internet no mencionan, como en otras épocas, la competencia cerrada entre partidos o candidatos rivales, sino la amenaza del abstencionismo. ¿En qué consiste? En no expresar ninguna preferencia; es decir, en no votar y dejar que decidan quienes sí votan. Existen dos formas de practicarlo. El abstencionismo pasivo consiste, simplemente, en no acudir a las urnas. El abstencionismo activo consiste en acudir y realizar todo el trámite para votar, pero dejar la boleta en blanco o anularla; por ejemplo, tachando dos casillas de ésta o tachándola por completo. Ambos tipos de abstencionismo se presentan en todas las elecciones del mundo y también en las de México. El abstencionismo que más se practica es el pasivo. Lo más preocupante es cuando los niveles crecen. De acuerdo con el Instituto Federal Electoral en las elecciones de 2006 había 71,374,373 personas inscritas en la lista nominal. Sin embargo, sólo se emitieron 41,195,198 votos (alrededor de treinta millones menos). Por otra parte, se anularon 1,033,665; es decir, el 2.51%. En mayo de 2009 el periódico Reforma llevó a cabo un sondeo de opinión y halló en su muestra que: a) Sólo 42% tienen intención de acudir a votar y b) La posibilidad total de anulación de voto es de 10%, cifra que representa un peligroso avance del abstencionismo.
lunes, 8 de junio de 2009
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