Los políticos de la nueva generación están conscientes de que la incredulidad genera abstencionismo y que, aunque logren llegar al cargo que buscan, no contarán con el apoyo popular indispensable para gobernar y mantener el control político-social necesario para el funcionamiento de la entidad que tienen a su cargo. Cuando era candidato a gobernador por el Estado de México, Enrique Peña Nieto se dio cuenta de la situación y concibió una original forma de remediarla. Ésta consistió en llevar un registro sistemático de los compromisos contraídos durante su campaña (un total de 608) y depositar la lista ante un notario público (el 27 de junio de 2005). Una vez que tomó posesión del cargo, el 15 de septiembre de 2005, informó periódicamente a la sociedad del avance en el cumplimiento de esos compromisos, por medios muy accesibles, como la página de Internet del gobierno del Estado de México. ¿Qué logró con ello? Restaurar, en buena medida, la credibilidad del electorado y acrecentar su prestigio político. Fue sin duda una fórmula inteligente: hoy algunas personas pueden, tal vez, criticar al gobernador por no estar de acuerdo con sus acciones, ideas, etcétera. Pero nadie puede reprocharle que no esté cumpliendo sus promesas.
lunes, 15 de junio de 2009
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