Este panorama no se completa si no tomamos en cuenta nuestra pasividad como actores políticos. Creemos que las promesas de los candidatos son cosa suya y es difícil que llevemos un seguimiento de si las cumplen o no. Una vez más enfrentamos nuestro mayor problema: la falta de participación. Debe quedar muy claro que la emisión del voto en los días de elecciones es sólo otra forma de participar, pero no la única. La genuina participación ocurre antes y después de la jornada. Tiene que empezar varias semanas antes confrontando a los candidatos y registrando “¿qué me estás prometiendo?”, y tiene que seguir después para vigilar que esas promesas se cumplan. Los políticos no son nuestros papás, nosotros no somos sus hijos. Se trata de personas que, durante su campaña, nos hacen una serie de ofertas que nosotros decidimos aceptar o no. Tomando en cuenta que nuestro voto y nuestros impuestos son los que los llevan al poder tenemos el derecho y estamos obligados a exigir que se cumplan esas ofertas. El proceso de vigilancia es, sin duda, complicado y es difícil acercarse al presidente o al gobernador para decirle: “oye, tú no estás cumpliendo lo que me prometiste”. Por eso podemos poner especial atención en aquellos candidatos que, siguiendo el modelo de Jimmy Neutrón, crean un programa formal de compromisos y su cumplimiento.
lunes, 15 de junio de 2009
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