Entre los esfuerzos creativos y de mercadotecnia realizados para el año electoral 2009, sobresalió la campaña televisiva del Partido de la Revolución Democrática protagonizada por una niña, conocida como "Marianita", que introduce y comenta la intervención de los candidatos y del líder nacional del PRD, Jesús Ortega. Seleccionada en un casting con varias aspirantes más, la niña no es especialmente simpática o bonita, y lo que dice no es demasiado importante o comprometedor. Sin embargo, en el caldeado ambiente electoral se desató una ola de rechazo en su contra. En Facebook, por ejemplo, se creó el grupo "Yo odio a la niña del PRD" donde se le hace blanco de críticas excesivas. De Suky (su verdadero nombre) se ha dicho que "es odiosa y no sabe de lo que habla"; se han hecho soeces "anticomerciales" e incluso los extremistas afirman que tienen ganas de matarla. En palabras de Ortega "las amenazas contra Mariana son la máxima expresión de intolerancia y cerrazón". Sin duda los comentarios que se hacen en su contra son desmedidos; sin embargo, lo que no se ha señalado es que la niña encarna una forma inédita de explotación infantil: la explotación política, cuyas consecuencias ya está padeciendo. Tomando en cuenta que esta menor (tiene siete años) que ha hecho crecer la imagen del PRD entre 18-19% no se encuentra en edad de ejercer sus derechos políticos o decidir en relación con ellos, quienes la incorporaron a la campaña del PRD llevan a cabo un decidido abuso contra ella, al que debería ponerse un freno. Sería interesante que las autoridades electorales legislaran para prohibir el uso de menores para propósitos electorales y/o políticos. Mariana/Suky es una muestra de cómo, con tal de llegar al poder, los políticos están dispuestos a todo.
jueves, 2 de julio de 2009
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